DIOS MÍO, ¡QUÉ SOLOS SE QUEDAN LOS CATALANES!
Ramón Lorente De la Luna
La soledad es un mal endémico. Pero
hay ocasiones donde la soledad se manifiesta en toda su acritud, en toda su
cruda realidad.
Este es el triste caso de muchas
personas metidas a políticas. La política es criminal. Nadie conoce a nadie. Y
se pone de absoluta evidencia cuando la persona política empieza a perder
apoyos por todos lados,
Lo malo es cuando la soledad de la
persona política viene impuesta por su propia debilidad, su propia negligencia,
su propia ignorancia o su propia y absoluta insensatez.
Este el caso de algunas personas
que actualmente se dicen políticos en Cataluña. Para ellos todas las demás
personas son malas, todas las demás personas son culpables de su escaso
coeficiente mental o, lo que es peor, de su escasa capacidad humana para
acercarse a las otras personas. En definitiva, ¡de su egocentrismo y soberbia!
Pero también, la soberbia e
insensatez de unos pocos ha contagiado de insensatez a otros muchos.
¡Si tú no eres amigo de la Cataluña UNA,
GRANDE y LIBRE, no eres catalán! ¿Se acuerdan mis queridos lectores de aquella
negra etapa de nuestra reciente historia? Pues por lo menos recordarán también que
los que hoy denostan a los demás porque no reúnen los principios de la ¿“SEBA”?
son los descendientes de aquellos que el día que las tropas de Franco llegaban
a Barcelona estaban todos en la calle con banderas de España, aclamando al “Caudillo”,
no porque les había conquistado. No, Si no porque les había librado de aquella
turba de exaltados que terminaron matándose unos a otros en las calles de
Barcelona.
Son las mismas personas metidas a políticas
que ahora deciden sobre bienes y haciendas, materiales y espirituales de los
que son catalanes y de los que no lo son.
Hoy en día las empresas huyen de
Cataluña, los visitantes nacionales e internacionales ya no van a Cataluña, las
naciones vuelven la cara cuando se les habla de Cataluña. Y para colmo, hasta
los países de la Europa que ellos buscaban como su hadas madrinas, les dicen
nones con la EMA.
Por eso recordando al gran poeta
Gustavo Adolfo Bécquer cito su frase amarga y triste: Dios mío, ¡qué solos se
quedan los muertos! Pero también, qué solos se quedan los catalanes que políticamente
ya han dejado de existir hace tiempo. Aquellos a los que el resto de la gran
nación española, mal que les pese, les mira sin tapujos, sin odio, pero dándoles
de lado.
Por eso es triste tener que
reconocer
¡DIOS MÍO, QUÉ SOLOS SE QUEDAN LOS CATALANES!