LA PERMANENTE REVISABLE
(MATAR NIÑOS Y MUJERES EN ESPAÑA ES FÁCIL. Y
ADEMÁS, GRATIS)
En las últimas fechas, el reguero de niños
maltratados, asesinados y abandonados por el criminal comportamiento de los que
dicen ser sus padres, se hace insoportable. No ya deleznable y humillante para
las personas con una mínima conciencia humana, y que cada vez, y tristemente, somos
menos.
Niños que deben acudir a la Policía a pedir
auxilio porque sus padres les maltratan de forma inhumana, incluso de forma tan
brutal como es atarles de pies y manos e introducirles en una bañera llena de
agua, con la segura intención de que se ahoguen solos.
Otros son apaleados y muerto a bastonazos por
las personas con las que se ven obligados a convivir. En muchos de estos tristes
hechos, las personas copartícipes en la vida de los niños, por misterios de la
vida ¡no sabían nada! Es decir, fueron puestos en libertad.
Ya no digo nada de los niños de Córdoba y de
la niña de Galicia. Y de tantos y tantos otros en la sombra, cuya tragedia no
conocemos, y que padecen en silencio, porque son incapaces de defenderse, dada
su corta edad, y que lo mínimo que pensaran en su carazoncito es si esa es la
vida que deben soportar por parte de aquellos que debieran protegerlos.
Lo único que he escuchado es la voz de una
determinada señora que dice: “los niños deben ser educados por la tribu”. Y yo
pregunto a esa señora ¿por qué tribu? Más tribu y más salvajes que los padres
que asesinan a sus hijos no puede darse ya en este desgraciado mundo. Pero lo
más triste es que nadie ponga límite a tanta barbarie.
Nos hemos acostumbrado a organizar una
“manifestación” y, después, el minuto de silencio. Y nuestra conciencia
tranquila.
Diariamente sacamos miles de náufragos, que
dicen inmigrantes, del agua. Incluidos, claro está, sus niños; somos capaces de
enviar un montón de nuestras fuerzas armadas a lugares distantes y distintos
del mundo, incluso a buscar supervivientes tras un terrible terremoto. Traemos
a España a niños con problemas psíquicos y físicos más o menos graves. Pero no
somos capaces de evitar que maten a nuestros niños.
¡¡Son nuestros niños!!
Y
resulta más deleznable cuando esos niños acuden en solicitud de ayuda fuera del
¿hogar? donde viven, y nadie se lo presta. Nos da vergüenza proteger a un niño.
Tales asesinatos deberían poner la carne de
gallina ¿cobarde? a los mandamases de esta sociedad. Digo mandamases, porque la
sociedad está enferma. Una sociedad que consiente impasible el asesinato de sus
niños, no merece ser llamada sociedad.
Tenemos unas leyes fabulosas, que nos hemos
dado nosotros mismos, para amparar a todo delincuente, sea de la categoría que
sea. Pero los seres más inocentes no están amparados por ninguna ley. Todos los
delincuentes encarcelados tienen derecho a salir de la cárcel a la primera de
cambio, para seguir delinquiendo, asesinando y matando. De eso se ocupan
celosamente jueces y políticos, sobe todo algunas de nuestras fuerzas políticas
que se llaman democráticas, sin que en ningún caso adquieran una mínima
responsabilidad.
Vemos como mujeres maltratadas, y niños sin
protección alguna, deben abandonar su propio hogar, para que el delincuente
siga viviendo y ufanarse de ello.
Vemos, incluso, cuántas mujeres son
asesinadas, pero no vemos, o no se cuentan, los pobrecitos niños y niñas que el
asesino deja desamparados: ¡¡huérfanos!!
¿Quién va a poner remedio de una vez a este
terrible atropello de la dignidad del niño? ¿Quién va a exigir
responsabilidades a aquellas autoridades, del signo que sean, que consienten,
cuando no alientan, tan dramáticos hechos?
Existen fuerzas ¿políticas? que velan
escrupulosamente por los derechos del delincuente, y del asesino. Incluso, la
Iglesia Católica, a la que pertenezco, cuida que a las personas encarceladas,
no les falte ningún auxilio. Pero he visto muy pocas veces, a unos y otros,
interesarse por esas criaturas privadas del derecho de tener una madre, o más duro
aún, ¡¡del derecho a tener una vida!!
Y si se promulgan leyes que hagan un poco más
dura la condena, caso de la prisión
permanente, (y revisable), se oponen a la misma con toda energía en
defensa del asesino.
Eso sí, son capaces, con total impavidez, de organizar
y asistir a un minuto de silencio, cada vez que lo consideren oportuno, por tal
o cual mujer o niño asesinado. Pero nada más.
A mi
entender es la SOCIEDAD la primera culpable por consentirlo. Existen medios
suficientes para llevar un control de todos los niños de España, de su
asistencia al colegio, de su asistencia a una revisión sanitaria, y de un
control más o menos eficaz de su situación familiar.
La abolición de la condena de prisión
permanente (y revisable) debería traer consecuencias de primer orden para los
políticos que la promueven.
Si los
políticos se ponen y se quitan, pues a todos los demás también.
¡¡Nadie debe tener un privilegio a costa de la
SOCIEDAD, que no se merezca, y que no se gane día a día con su ejemplar
trabajo!!
¡EN
ESTO, LA SOCIEDAD EN SU TOTALIDAD TIENE LA PALABRA!