jueves, 2 de septiembre de 2021

LA ABUELA DE FILOMENA

LA ABUELA DE FILOMENA

(Ramón Lorente de la Luna)

 

  El año 2020 se cerraba con la triste y terrible pandemia de COVID-19.

  Pero el año 2021, al poco de empezar, trajo una etapa de frío polar que hizo no sólo temblar sino tiritar a toda España. Una serie de “borrascas” iban y venían a su antojo por la Iberia. Sin ningún respeto. Pero una masa de aire tremendamente fría, descolgada del polo norte, hizo bajar los termómetros a entre 5 y 30 grados bajo cero a lo largo y ancho de la piel de toro.

  Mas faltaba una borrasca: “Filomena”. Así la llamaron. Viniendo del Atlántico, derechito según se viene, entró en la Península. Al toparse con la ya helada masa de aire polar, la masa de agua que traía cayó sobre España. Las provincias del centro, Madrid, Toledo, Segovia, Cuenca,  Guadalajara, Albacete, etc., fueron las que más nieve recibieron. Y claro: la nieve acumulada y amontonada como mejor se podía, se heló. Las personas no podían salir de casa, no por el virus, que ya era bastante, sino porque los vehículos de todo tipo no podían andar. La nieve lo impedía.

  Recordé que esa situación la había vivido yo. Y empecé a buscar en el “baúl de los recuerdos”. Todos tenemos nuestro propio “baúl” lleno de recuerdos, unos bonitos, otros tristes, y otros para olvidar. Pero el mío recordaba algo de viejos tiempos. Y vaya, me fui a mi archivo de recuerdos y allí estaba. Era una foto de una batalla de nieve en el Castillo, que entonces aún no había sido remodelada: unos pocos arbolitos, rosales y nada más.

  Me acordé de la “abuela de Filomena”, que nos visitó allá por el 11 de enero de 1960. Una “borrasca” sin nombre, porque entonces no se ponía nombre a las borrascas, se presentó en España, sin pedir permiso. Y vaya si nevó. Testimonio de aquella “Filomena” es la fotografía de aquel año con la nieve caída en la “Glorieta”.

  Los candeledanos ya tenían una bella tonada para estos casos:

  Aquella paloma blanca

que pisa en el aciprés,

que por dónde la cogería,

que por dónde la cogeré.

  Si la cojo por el pico

se me escapa por los pies.

y si yo lo hubiese sabido

la hubiera cogido bien.

  ¡Como nieva!

que serenita cae la nieve,

y el aire cierzo la detiene,

¡como nieva!

  No recuerdo si nevó mucho en otras partes, porque entonces la “tele” estaba en pañales, y la radio decía lo de su alrededor. Pero yo, por mi trabajo, tenía que irme a Madrid. Al salir de Candeleda, 6 de la mañana, en el autobusito de los Motas, con el tío Lorenzo al volante, la carretera de Arenas parecía una pista de patinaje, sin poder adivinar por donde iba la cuneta. Pero lo que es la práctica: el tío Lorenzo llevo el chisme sin problemas. Desde Arenas a Madrid, el autobús de “Gredos Auto”, por la ruta de San Martín de Valdeiglesias. La carretera estaba igual que el tramo de Candeleda. Hasta San Martin no hubo problemas. Pero al salir del pueblo, entonces chico, el autobús pisó la cuneta y la rueda delantera derecha se hundió. Con el susto consiguiente salimos del autobús los viajeros. Menos mal que empezaban a bajar los autobuses de la zona de El Tiemblo y El Barraco. Echaron una soga a nuestro autobús y lo sacaron a la carretera. El conductor puso las “cadenas” en las ruedas traseras y seguimos. Pero ya por la carretera de Ávila-Toledo hasta Maqueda. Desde allí hasta Madrid. Tuve grabado mucho tiempo en la cabeza el ronco sonido de las cadenas al pegar en la nieve y el asfalto. Pero llegamos a Madrid, calle Mayor, 88, donde paraba Gredos Auto.