sábado, 22 de octubre de 2011

MANUEL ANTONIO GARCÍA RAMOS
PRIMER SITIO DE BADAJOZ (Guerra de la Independencia)
  La Asociación de Vecinos de Santa Marina abrió el curso 2011-2012 de la “Tribuna Pública El Ancla”, con el tema de obligado cumplimiento como fue la terrible y no bien conocida siempre, etapa de los amargos años que vivió Badajoz en la dura, y para mi mal llamada, Guerra de la Independencia española. Y digo mal llamada porque España nunca perdió su independencia como Estado soberano. Eso sí, sufrió el intento de ocupación por una potencia extranjera, que nunca fue consumada.
  Al cumplirse los 200 años de aquella epopeya, era pues lógico que la Tribuna Pública el Ancla se sumara a la evocación de tan duros hechos, y trajera a nuestra memoria el recuerdo de los héroes que la llevaron a cabo en nuestra ciudad.
  Para ello ha contado con la presencia de una persona especializada en la investigación de tan singulares hechos: MANUEL ANTONIO GARCÍA RAMOS.
  Nacido en Marruecos en 1955 es militar de profesión en la Reserva; ha participado en diversas misiones de paz, entre ellas las de Irak y Bosnia. Es Secretario de la Asociación Cultural Voluntarios de Castilla.
  En su conferencia, apoyada en medios informáticos, Antonio nos llevó de la mano por los acontecimientos, lugares y personajes relevantes que intervinieron en tan dramáticos hechos de armas: Los generales Mendizábal, Menacho, De Gabriel, Imaz, Wellington, Beresford, Masséna, Soult, Mortier, Latour-Maubourg, entre otros.
  Así aprendimos el significado que tenían, entre otras palabras y frases, “movimientos estratégicos de unidades militares”, “marchas y contramarchas”, “las paralelas” y por qué se hacían, “fuertes y contrafuertes”, “clavar los cañones” y, sobre todo, las penurias y sufrimientos de todo tipo que debieron afrontar aquellas heroicas personas que, al ver a su Patria en peligro de desaparición, dieron su vida por la misma sin esperar nada a cambio.
  El ACTO FUE COORDINADO POR RAMON LORENTE DE LA LUNA

viernes, 14 de octubre de 2011

ESPEJO (Córdoba)
COLONIA CLARITAS IULIA UCUBITANORUM
(A mis sobrinos Antonio Jurado  de Priego y Mari Sol Millán)

  En lengua vulgar: “Colonia de la tierra de los ucubitanos”, es decir, de los naturales de Ucubi, luego llamados “espejeños”. Ucubi, bonita ciudad de Córdoba, era un imponente “castro” de la antigüedad, asentado en un alto promontorio, cuyo verdadero nombre también se pierde en la noche de los tiempos de Hiberia. Pasados miles de años se llamó Espejo. Veamos algo de Ucubi.
  Cuando “Corduba”, antes “Corteba”, era una almazara, es decir, “lugar de aceite”, y que a pesar de su belleza de siempre sólo empieza a tener valor con la llegada de los romanos, con los que alcanza la categoría de “conventus”, Ucubi, por el contrario, era un gran castro.
  Al producirse la invasión cartaginesa, los distintos pueblos de Hiberia entablan terribles batallas contra estos opresores, que lleva a la destrucción de grandes y bonitas ciudades, castros y poblados, pero no trastoca la división territorial que los distintos pueblos de Hiberia se habían otorgado desde tiempo inmemorial.
  La invasión romana se produjo en la Hiberia igual que la anterior: a costa de barbarie, sangre y destrucción por parte de los invasores, en lucha contra sus legítimos pobladores. Este es el caso de Tarragona, que algunos dicen fundada por Tubal, y que la llamaron "Tierra de Pastores" o "Tierra Buena de Bueyes", por su riqueza ganadera. Su antigüedad se pierde en la Encrucijada de los Tiempos de los iberos, pero la lucha de sus pobladores por la supervivencia, primero los ilergetes y luego edetanos y cosetanos, que la ocupaban desde remotos tiempos, origina su primer nombre conocido: "Terra Agonum". Así bautizada por los romanos por las horribles luchas que libraron para su conquista, cumplida el 218 aC. Luego la llamaron Tarraco.
  Igual ocurrió con Toletum, ocupada por Marco Fulvio Nobilior el 192 aC, la que milenios después sería la Imperial Ciudad, cuyo nombre también se pierde en la Encrucijada de los Tiempos, y que siempre fue guión, blasón y gloria de esta nuestra Hiberia.
  El año 139 aC fue asesinado Viriato por un grupo de sus generales. El año 137 aC, los romanos iniciaron el asedio y destrucción de Numancia, efectuada en el 134 aC, por Publio Cornelio Escipión Emiliano. Entre los años 98-93 aC Termes ó Termantia (Soria), fue destruida por el cónsul Tito Didio. Así mismo el floreciente castro de Colenda (Cuellar), sitiado por los romanos resistió nueve meses el terrible asedio; los pocos supervivientes fueron vendidos como esclavos.
  Sevilla fue otro gran centro del poder romano. Su verdadero nombre se pierde también en el comienzo de los tiempos de Hiberia, quedando “Hispalis” como reflejo más tradicional. Muchos autores piensan que en este nombre está el origen de "Hispania". Inicialmente debieron poblarla tartesos, turdetanos y tautetanos. Destruidos los tartesos por los cartagineses, quedó reducida su población a los turdetanos, esencialmente. El gran foco romano del oeste era Emerita Augusta, de cuya influencia y poder habla el libro "Candeleda en la Encrucijada de los Tiempos".
  Estos hechos, y otros nunca bien conocidos y asumidos, marcan el comienzo de la "pacificación" de Hispania, y el posterior desarrollo de la cultura universal que conocemos como cultura latina.
  La romanización trae consigo el establecimiento de una división administrativa del territorio español, cuyas ciudades y poblados quedan unidas por una red de vías de comunicación que permiten el rápido desplazamiento de personas y mercancías de unos puntos a otros. Roma y sus legiones precisaban alimentos, y a ellos se dirigirá la producción de las fértiles tierras del territorio que los romanos llamaron Hispania, y a cuya organización administrativa dedicaron gran parte de su esfuerzo como potencia colonizadora. Esfuerzo que se traduciría, muy a pesar de los romanos, en la base de poder y grandeza para Hiberia, adquiriendo la ciudadanía romana e imponiendo muchas veces sus propios emperadores.
  Es sabido que a partir del año 46 aC, Julio Cesar impulsa definitivamente la división territorial de Hispania. De aquí que la palabra “iulia” aparezca en muchos de los nombres. En la Hispania “Ulterior”, tres colonias se completaron con veteranos de las guerras de aquellos años:
-Colonia Romula Hispalis (Sevilla), Colonia Iulia Genella Acci (Guadix) y Hasta Regia (Jerez de la Frontera).
-Las Colonias Claritas Iulia Ucubi (Espejo), Ituci Virtus Iulia (Baena) y Urso (Osuna), se organizaron con militares y colonos civiles llegados de Italia.
  Corduba pudo recibir la condición colonial en época de guerras civiles (46-45 aC), o después.
  El año 26 aC llega a Hispania Octavio César Augusto, que termina las guerras con cántabros, astures y galaicos y fija la división definitiva de Hispania. De aquí la palabra “augusta” que llevan muchas ciudades y territorios en sus respectivos nombres. Añadamos que en la época de Augusto se fundaron en Iberia unas veinte Colonias. Augusto distribuye el territorio en tres provincias:
-Hispania Citerior (Tarraconensis). Su capital era Tarraco.
  La Hispania “Ulterior” se divide en dos provincias:
-Betica: su capital es Corduba. Único territorio que constituía una “provincia senatorial” en la Península Ibérica, es decir: dependía directamente del Senado Romano, tal era su esplendor ya en aquellos años. Si bien fue privada de ricos territorios mineros, y convertida en “Conventus”. Aumentó su población con veteranos.
-Lusitania: su capital es Emerita Augusta (conocida como la pequeña Roma).
  Digamos a título de ejemplo, que la gran Colonia Emerita Augusta, es decir, el término municipal de Mérida, era inmenso, pues llegaba hasta el actual pueblo de Valdecaballeros, al noreste de la provincia de Badajoz. Y aquí entran los de Ucubi: no sólo Mérida llegaba a Valdecaballeros. Allí, en una estela de mármol existente, limitaba con otra gran colonia, la "Colonia Claritas Iulia Ucubitanorum", Ucubi, la actual villa de Espejo (Córdoba). Valdecaballeros dista en línea recta unos 107 kilómetros de Mérida y 183 de Espejo. Vicente Navarro nos dice que los límites de la provincia Lusitana no estaban bien definidos en algunas zonas, pero los más aceptados son: Por el oeste empezaba en la desembocadura del Duero, bajando por la costa del "mar tenebrosum" hasta el cabo San Vicente (Portugal), bordeaba la costa hasta la desembocadura del río Anas, subía aguas arriba por su orilla derecha, hasta la altura de Fuente de Cantos (Badajoz), en dirección este incluiría los términos de Almendralejo y Villafranca de los Barros (Badajoz), seguía dirección noreste hasta Valdecaballeros (Badajoz), donde lindaba con la colonia “Claritas Iulia Ucubitanorum”. Subía en línea recta dirección norte hasta encontrar el Duero, cuya orilla izquierda delimitaba la provincia por el norte.
  Esta división hace que la línea de Valdecaballeros al Duero pase por Candeleda (La Hermosa Villa), muy semejante a Espejo, a la falda de Gredos. Candeleda es, desde el principio, parte integrante de la submeseta norte, pues la citada división romana incluía esta zona de Ávila en la provincia "Tarraconense", siendo su extremo más occidental. Los límites de esta gran provincia, se establecían desde el río "Anas" (Guadiana) en Puebla de Alcocer (Badajoz), llegaba a Maqueda (Toledo), torcía al oeste siguiendo el curso del río Tiétar hasta “Postoloboso” (Candeleda), giraba al norte subiendo el Risco Almanzor por su lado oeste hasta Madrigal de las Altas Torres (Ávila), giraba hacía el oeste hasta encontrar el Duero en Fermoselle (Zamora). Comprendía los pueblos indigetes, laletanos, cosetanos, olcades, ilercaones, contestanos, edetanos, autetanos o ausetanos, bastitanos, castellanos, lacetanos, ilergetes, celtíberos, carpetanos, oretanos, vetones, vacceos, pelendones, berones, arévacos, murbogos, coerretanos o ceretanos, surdaones, vascones, várdulos, caristios, autrigones, cántabros, astures, galaicos, etc. Tarragona era su eje y centro cívico-militar, con dos millones y medio de habitantes.
  Las enormes distancias entre "términos municipales", aunque es más apropiada la palabra "colonia" pues en su territorio se interponían otros “términos” que pertenecían a otras colonias, caso de Metellinum (Medellín) y Corduba (Córdoba), eran recorridos por administradores y recaudadores de impuestos de aquellos años, quienes a su vez rendían cuentas a la administración central del imperio romano. Tal organización territorial necesitaba de una red compleja y eficaz de rutas para desplazarse y comunicarse. Surgen así las grandes obras de arquitectura que salvaban ríos, unían ciudades y suministraban agua a las mismas para el uso doméstico. Como elegante ejemplo de estas obras se alza el puente de “Alcántara” en Toledo. En él se unía la ruta que, pasando por Mérida, llegaba de Escalabis (Lisboa y Setúbal), "Via Dalmatia", con la ruta que subía desde Hispalis (Sevilla) y Gadir (Cádiz), pasaba por Corduba y atravesaba la Mancha, "ruta de los santuarios". Pasado este puente se bifurcaba la que seguía por Cesareo Augusta (Zaragoza) hasta Ampurias (Tarragona), y la que continuaba hasta entroncar con la "Via Augusta" y la "Via Herculana", que subiendo desde Hispalis, pasaba por Corduba, seguía el valle de la Bética, pasaba por Valencia y llegaba a Tarragona, recorriendo todo el litoral mediterráneo. Ambas rutas confluían en Gerona, desde donde seguían por La Galia (Francia) hasta Roma.
  Otro célebre puente de “Alcántara” es el situado en la villa de Alcántara (Cáceres), también sobre el Tajo. Este bello puente, construido el año 106 por el arquitecto romano Caius Iulius Lacer en honor del emperador Trajano, “para recreo de los dioses”, como consta en su leyenda, sigue en nuestros días soportando el tráfico de todo tipo de vehículos, pesados y ligeros, sin que el paso de los siglos haya afectado a su excepcional fábrica. Por este puente cruzaba la llamada "Via Guinea" que partía de "Bracara Augusta" y "Conimbriga" (Braga y Coimbra-Portugal), enlazando en Cáceres con la llamada por los romanos "Via Lata ó Palata", que unía el sur con el norte peninsular.
  Estas rutas principales, conocidas como "calzadas", formaron una tupida red de comunicaciones, imprescindible para el enorme proceso migratorio que supone la dominación romana. Las vías principales servían de arterias a otras secundarias, no menos importantes, que ponían en comunicación pueblos o "vici", y por las que afluían gran cantidad de carros, carretas y animales de carga, que en fuertes caravanas aportaban los distintos productos a los puertos, donde embarcaban rumbo no sólo a Roma, sino a los puertos relevantes de entonces (Alejandría, Tiro, Sidón, etc.).
  Aunque los cartagineses dejaron algunas calzadas, se acepta que la construcción de éstas empieza con el emperador Antonio Pío Caracalla, cuyo primer "Itinerario", que lleva su nombre, estaba formado por 372 calzadas de primer orden, de las que 35 discurrían por Hispania. Las calzadas, cuya construcción requería la solución de complejos problemas de ingeniería y arquitectura, estaban bien identificadas y señalizadas, intercalando a distancia apropiada las columnas miliarias, con el nombre del emperador respectivo y la cifra en millas del recorrido. La anchura de la calzada oscilaba entre 5 y 6 metros en España. En algunos casos, más. La columna miliaria, o miliario, llevaba grabada las siglas M.P. "milia pasum" (mil pasos). Aunque los distintos autores no están muy de acuerdo con el valor de la milla romana, la longitud más aceptada es de unos 1500 metros actuales, ello debido a que no se ha encontrado ningún miliario en su sitio original.
  Recordemos que hasta hace pocos años, las carreteras españolas estaban señalizadas con el "P.K.", punto kilométrico, hito de piedra similar al M.P. romano, que indicaba la distancia recorrida hasta el mismo. Y una aportación singular de la dominación romana es la división en tramos, no uniformes, de las calzadas. Aunque no podremos saber nunca si antes de los romanos ya existía tal división. Ésta se señalaba por las "mansiones", simples paradas para cambiar las cabalgaduras, mientras los viajeros descansaban y se refrescaban, es decir, eran posadas. Y aunque en muchas ocasiones coincidían mansiones y poblados, la mayoría de las veces una simple villa rural era una mansión. La localización de estas mansiones es objeto de grandes polémicas entre los historiadores, pues el trazado de las viejas calzadas, casi destruido, no coincide en absoluto con las actuales vías de comunicación. Citemos como ejemplo de estas grandes “calzadas” dos muy singulares:
-“Via Palata”, luego "Vía de la Plata" (camino de Mérida a Zaragoza).Tenía 551 miliarios (unos 827 kms.): "Iter ab Emeritam Caesar Augustam-DLI M.P." (también conocida como "Iter ab Emeritam Asturicam").
-"Via Dalmatia", camino de Mérida a Zaragoza por Toledo, hasta Titulcia (unos 522 kms.): "Alio Itinere ab Emérita Caesar Augusta-CCCXLVIII M.P.".
  Para orientarse por estas intrincadas y complejas rutas, los romanos disponían de verdaderos "mapas de carreteras", pergaminos en los que estaban perfectamente señalizadas las urbes, localidades menores y mansiones, y distancias (miliarios), entre mansiones y urbes principales. Algunas mansiones, caso de Caecilio Vico que guardaba el paso del puerto de Bejar, eran verdaderos puestos militares. La distancia entre mansiones oscilaba entre 12 y 28 miliarios. La “via Palata” era muy importante, pues permitía trasladar del oro y la plata obtenidos en “Las Médulas” a los puertos del sur, donde se embarcaban para Roma; tal explotación supuso, según ajustados cálculos, la extracción de mucho más oro y plata que el que los españoles pudieron obtener de Las Américas.
  Una gran ruta hacia el oriente, reinos de judíos, persas, egipcios, griegos, cartagineses, etc., partía de Cartago Nova (Cartagena), Cádiz o Hispalis y seguía bien por barco, costeando el litoral europeo o africano, bien por tierra africana en grandes caravanas de animales de carga o pesadas carretas.
  Debemos admitir que las tierras del centro, oeste, y las del sur sobretodo, de la Península, una vez romanizadas, conocieron un auge socioeconómico muy aceptable. El célebre dicho "Hiberia, granero de Roma" no era invención, pues no sólo era el granero, la bodega, la despensa, las minas: era todo para Roma, como lo prueba la infinidad de ánforas que se recogen de los miles de naufragios de barcos que transportaban los productos de Hiberia por mar, sin contar los que se enviaban por tierra. Testigo de lo que fueron las explotaciones mineras de todo tipo están las célebres minas "Las Médulas", León, hoy día declaradas patrimonio de la Humanidad. Aunque no menos importante fue la explotación de las célebres minas del río Tinto, y las arenas auríferas del río Minius (Miño).
  En la región de los carpetanos, en la célebre ciudad de Arsa, descollaban las tierras del campo de Llerena adscritas al "Conventus Cordubensis", célebres por su producción de hierro, como lo atestigua la mina "La Jayona", cercana a la localidad de Fuente del Arco, y a las famosas villas romanas de Regina Turdulorum, Regina (Reina) y Regiana (Casas de Reina). Cerca de ellas estaban la monumental Llerena y Arsa (luego Arsuaga y más tarde Azuaga). "La Jayona", que ya explotaban desde hacía muchos años a cielo abierto los iberos, producía principalmente hierro, pero también jadeíta, plata y algo de plomo; fue base de una fuerte industria minera, que se benefició hasta 1930.
  En los productos alimenticios era el no va más. Hoy algunos escritores no tienen ningún pudor en atribuir a los "moros" la invención de tal o cual dulce, compuesto alimenticio, etc. Incluso algunos se atreven a decir que el célebre gazpacho fue invención mora. Todos sabemos que el gazpacho, como hoy lo conocemos se inventó bastante después, es decir, cuando se trajo de América el tomate, pimiento, pepino, etc. A estas personas que todo se lo imputan a los "moros", se les debe hacer saber que en la población de "Calea Clunia", colonia romana muy cerca de la actual Cádiz, se encontraba una de las mayores factorías de productos del mar. En ella se fabricaban, embalaban y exportaban a Roma los ricos y sabrosos salazones de pescado, adobos y escabeches, cuyas formulas de fabricación y de guisado se están recuperando en estos primeros años del III milenio para nuestro deleite. Y posiblemente ya se fabricasen los gazpachos que tanta fama han dado desde siempre a la bella región de la Bética, luego llamada Andalucía. Debemos aceptar que, en realidad, el gazpacho no es ni más ni menos que un escabeche. Así era, pues en la Corduba anterior a los romanos ya se preparaba la famosa “mazamorra”, a la que siglos después se añadió el tomate, convirtiéndose en el “salmorejo” actual. La exquisita mazamorra la ha degustado este autor en un precioso y típico restaurante situado al lado mismo de la bella catedral cordobesa. Pienso, por tano, que en Ucubi también se degustaría en aquellos siglos.
  Y si ya los romanos tenían esta factoría, era como pasa siempre, porque antes la tenían los tartesos, turdetanos, etc, legítimos pobladores de estas tierras, y que estos adobos y escabeches seguramente llegaban también a los palacios de Egipto e Israel. Y no digamos a las mesas de los ricos comerciantes fenicios y cartagineses.
  Visto todo lo expuesto concluyo con las extensas y seguras relaciones que bien pudieron tener Espejo (Ucubi) y Candeleda (Greda), desde los tiempos más remotos. Pues es un hecho singular que ambos pueblos tienen una singularidad común: Espejo es un gran productor de aceite; Candeleda es el mayor productor de aceite de la provincia de Ávila. Y si a través de esta pequeña narración despierto la intriga necesaria en ambos pueblos para un mayor conocimiento, pues será mi gran recompensa.