NO ES LO MISMO ¡AHÍ VA LA HOSTIA! QUE ¡TOMA OSTIA!
Queridos lectores: no es lo mismo, pero suena
muy parecido.
En España, como en cualquier país del mundo,
existen una serie de expresiones más o menos cultas, graciosas, groseras,
chabacanas, irrespetuosas. En fin, más o menos.
Pero muchas veces, la utilización de estas
expresiones, frases o simples palabras, se hace fuera de contexto, de forma
inapropiada, bien por carencias culturales, bien por desconocimiento; o simple
y llanamente por lo qué queremos expresar y no acertamos con la palabra a
utilizar en cada momento.
Concretamente me refiero a dos expresiones
que, pareciendo que dicen lo mismo, significan cosas muy dispares, aunque
fonéticamente suenen de forma parecida. Estas frases son:
a)
¡¡AHÍ VA LA HOSTIA!!
b)
¡¡TOMA OSTIA!
Veamos lo que conocemos sobre esas dos
expresiones:
-a) ¡¡AHÍ VA LA HOSTIA!!
Parece ser que esta expresión tiene su origen
en la primera guerra civil moderna española, conocida como Primera Guerra
Carlista. Guerra que se inicia en 1836. Los bandos contendiente, carlistas (o
del trigo), y liberales (o del centeno), se enfrentan por las pretensiones al
trono de España del príncipe Carlos, hermano de Fernando VII, al morir éste.
Los carlistas, llamados también apostólicos,
eran muy religiosos, De ahí que cada destacamento militar, Compañía, Escuadrón,
etc., tuviese su propio asesor religioso: un cura, un fraile, o un simple
hermano lego, que todos los días decía misa y daba la comunión. Estos
religiosos, en función de su capacidad económica, llevaban una simple burra,
donde cargaban una mesa, una o dos sillas, los avíos para decir la misa, y una
caja donde guardaban el pan consagrado, que en muchas ocasiones sustituían por
una cantarilla de cobre o de latón, utilizada en aquellos años con asiduidad.
Muchas veces, el religioso de turno no poseía
ningún animal, por ello se echaba a la espalda los achiperres de decir
misa…….. y a otra parte.
Al parecer el hecho ocurrió por tierras
navarras, donde, como sabemos, la orografía es bastante accidentada.
Pues bien: un día el religioso de turno
terminó la misma, cargó la burrilla, ató los bártulos y se encaminó a realizar
su labor religiosa en otra parte. Tuvo que pasar por un paso difícil de
transitar y la burrita resbaló cayendo por un barranco, desparramándose los
bártulos religiosos. La cantarilla salió dando tumbos.
Como buen religioso, a él le preocupó
realmente la cantarilla con las sagradas formas, por lo que comenzó a gritar:
¡¡Ahí va la hostia!!, ¡¡Ahí va la hostia!!. Ello con objeto de obtener ayuda y
recuperar la cantarilla.
Claro, los soldados carlistas que le
observaban, lo que estaban viendo era la burra dando volteretas el barranco
abajo; pero como el curilla decía ¡¡Ahí va la hostia!! creyeron que lo tomaba a
guasa. Por ello todos empezaron a decir, de forma jocosa, ¡¡AHÍ VA LA HOSTIA!!
Esta expresión como vemos, se refiere a la
Sagrada Forma, que los cristianos utilizan para la comunión, pero que no
entraña ningún tipo de ultraje ni irreverencia hacia el aspecto religioso que
se le puede atribuir. Es muy utilizada cuando nos relatan dichos o hechos que
pueden causar extrañeza o hilaridad, y tiene su mayor arraigo desde toda la
Cornisa Cantábrica y Pirineos hasta el Sistema Central; a partir del cual va perdiendo
uso hasta finalizar en los litorales marítimos de Andalucía, donde casi no se
utiliza.
-b) ¡¡TOMA OSTIA!!
Parece ser que está expresión tiene su origen
en la segunda mitad del siglo XIII, a partir de las acciones de la Corona de
Aragón. El rey Pedro III “El Grande”, para defender y extender sus posesiones
en Italia, Grecia, y el Peloponeso, debe utilizar a los almogávares. Un fraile
templario, vamos un caballero templario, al que la orden había expulsado
acusándole de quedarse con algún oro, se ofreció al rey: ¡mira, estoy en el
paro, a ver si tienes algún trabajo!. El rey le dijo simplemente: ¡hazte cargo
de los almogávares!. Y trato hecho, le nombró Comandante en Jefe de la
expedición. Se llamaba Roger Blum, luego llamado Roger de Flor. Era catalán de
adopción. El rey le dijo: ¡mira, yo no tengo dinero, por eso lo que saquéis
será para vosotros, a mi me basta que defendáis mis propiedades!; eso sí, pongo
a tu disposición mi flota para llevaros y traeros! El almirante de la flota era
otro Roger: Roger de Lauria. Era valenciano.
Y partieron para el sur de Italia. Al llegar
un principillo de aquellos lares vino a visitarles: ¡hombre, a ver si podéis
ayudarme contra un príncipe vecino que me trae por la calle de la amargura!
¡Pues sí, podemos, pero vale tanto!, le dijeron. ¡No hay problema, pagaré lo
que pidáis!, respondió.
Los almogávares sentaron las costuras al
principillo vecino y fueron a cobrar: ¡Que venimos a que nos pagues!. ¡Anda ya,
yo no pago nada!, respondió.
Al pobre principillo no sólo le sentaron las
costuras, sino que además se las plancharon. Finalizado el trabajo, los
capitanes se fueron a ver a Roger de Flor: ¡TOMA OSTIA! ¡TOMA OSTIA!, le
dijeron. Y no le decían ninguna palabra malsonante, ni grosería. Sencillamente
le pedían que tomara la ciudad de Ostia. Para aquellos lectores que no lo
sepan, la ciudad de Ostia es el puerto natural de Roma. En tiempos del Imperia
Romano era algo así como la Costa del Sol, o la Costa Azul. Tal era su
esplendor. En los tiempos a que referimos pudo haber perdido algo de su
grandeza, pero aún causaba mucha admiración.
Los almogávares tomaron Ostia, y después de
ocuparla, decían: ¡¡VAYA OSTIA!!, ¡¡VAYA OSTIA!!, al ver cómo la habían dejado.
Es decir, cuando se utilice la expresión
¡¡qué ostia se ha metido!!, o ¡¡vaya ostia que le han dado!!, nos estamos
refiriendo a hechos violentos, por similitud con la citada acción de armas. Y
por tanto no utilizamos ninguna expresión chabacana o grosera, ni mucho menos
irreverente o de ofensa contra la religión.
He expuesto el sentido morfológico de las
palabras que forman las frases analizadas. Pero está claro que en cada contexto
social cada persona aplicará la frase que crea conveniente. De cualquier
manera, será difícil decir lo apropiado en cada caso. Y que además nos
entiendan.
Ramón
Lorente De la Luna