viernes, 27 de septiembre de 2013

A CADA CUAL LO SUYO



LA “PATATERA”: UNA MORCILLA MUY NUESTRA

  Hace pocas fechas un medio extremeño de información escrita, incluía un artículo que más o menos venía a decir que la célebre morcilla patatera cacereña es una “invención judía”, es decir, de los judíos del norte de Cáceres.
  Lo de invención me parece bien, pues puestos a inventar, se pueden inventar las noticias que se nos pongan por delante.
  A mi lo que realmente me duele, es que este tipo de noticia se publique sin más: no se constata su fundamento, no se ahonda en las situaciones históricas de cada época y, por último, se desprecia sistemáticamente todo lo que puede oler a español, Una verdadera pena.
  Pero por lo menos caros lectores, permítanme que les haga una breve defensa de lo que expongo.
-a) Toda aquella persona que haya leído algo sobre el “Judaísmo” deberá saber que la religión hebrea prohíbe comer carne de cerdo. Es más, la citada religión prohíbe en absoluto utilizar la sangre y las vísceras de ningún animal para nada, y menos para cocinar. Y menos el cerdo.
-b) Los productos traídos de América, como la patata, la judía, el pimiento, etc., se empiezan a introducir y a utilizar a principios del siglo XVIII. Puede que el pimiento y su derivado, el pimentón, ya se utilizase en el siglo XVII (en el XVI de forma muy restringida). Pero la patata no. Este producto, en un principio, se utilizaba como alimento para el ganado.
-c) A partir del reinado de los Reyes Católicos, se inicia un lento pero inexorable abandono de España de judíos y moriscos, de tal forma que en los siglos XVII/XVIII en ninguna provincia española había judíos, ni moriscos. Es cierto que muchos se convirtieron al catolicismo (los conversos), pero también sabemos que de forma secreta ellos seguían practicando su religión. Razón por la que no podían consumir ni sangre, ni vísceras, ni productos del cerdo. Así de sencillo.
  Por esas razones, queridos lectores, tanto la célebre morcilla patatera, de Cáceres, como la célebre morcilla de calabaza de toda la Vera cacereña y abulense, ambas riquísimas y excepcionales, como cualquier morcilla mondonga, o de guisos similares, requieren para su preparación tres productos esenciales: grasa de cerdo, patata o calabaza, y pimentón (de la Vera, claro). En otras morcillas, la mondonga o de sangre, también de la sangre del animal sacrificado. Y hasta hace poco tiempo, en todos los casos, las vísceras de cerdos o rumiantes para embutir el guiso obtenido.
  Y además, claro está, disponer de las ingentes manadas de cerdos ibéricos (y si no se puede pues blancos), que siempre han tenido los pobladores autóctonos de Iberia.
Ramón Lorente De la Luna

miércoles, 11 de septiembre de 2013

NO ES LO MISMO



NO ES LO MISMO ¡AHÍ VA LA HOSTIA! QUE ¡TOMA OSTIA!

  Queridos lectores: no es lo mismo, pero suena muy parecido.
  En España, como en cualquier país del mundo, existen una serie de expresiones más o menos cultas, graciosas, groseras, chabacanas, irrespetuosas. En fin, más o menos.
  Pero muchas veces, la utilización de estas expresiones, frases o simples palabras, se hace fuera de contexto, de forma inapropiada, bien por carencias culturales, bien por desconocimiento; o simple y llanamente por lo qué queremos expresar y no acertamos con la palabra a utilizar en cada momento.
  Concretamente me refiero a dos expresiones que, pareciendo que dicen lo mismo, significan cosas muy dispares, aunque fonéticamente suenen de forma parecida. Estas frases son:
a)       ¡¡AHÍ VA LA HOSTIA!!
b)       ¡¡TOMA OSTIA!
  Veamos lo que conocemos sobre esas dos expresiones:
-a) ¡¡AHÍ VA LA HOSTIA!!
  Parece ser que esta expresión tiene su origen en la primera guerra civil moderna española, conocida como Primera Guerra Carlista. Guerra que se inicia en 1836. Los bandos contendiente, carlistas (o del trigo), y liberales (o del centeno), se enfrentan por las pretensiones al trono de España del príncipe Carlos, hermano de Fernando VII, al morir éste.
  Los carlistas, llamados también apostólicos, eran muy religiosos, De ahí que cada destacamento militar, Compañía, Escuadrón, etc., tuviese su propio asesor religioso: un cura, un fraile, o un simple hermano lego, que todos los días decía misa y daba la comunión. Estos religiosos, en función de su capacidad económica, llevaban una simple burra, donde cargaban una mesa, una o dos sillas, los avíos para decir la misa, y una caja donde guardaban el pan consagrado, que en muchas ocasiones sustituían por una cantarilla de cobre o de latón, utilizada en aquellos años con asiduidad.
  Muchas veces, el religioso de turno no poseía ningún animal, por ello se echaba a la espalda los achiperres de decir misa…….. y a otra parte.
  Al parecer el hecho ocurrió por tierras navarras, donde, como sabemos, la orografía es bastante accidentada.
  Pues bien: un día el religioso de turno terminó la misma, cargó la burrilla, ató los bártulos y se encaminó a realizar su labor religiosa en otra parte. Tuvo que pasar por un paso difícil de transitar y la burrita resbaló cayendo por un barranco, desparramándose los bártulos religiosos. La cantarilla salió dando tumbos.
  Como buen religioso, a él le preocupó realmente la cantarilla con las sagradas formas, por lo que comenzó a gritar: ¡¡Ahí va la hostia!!, ¡¡Ahí va la hostia!!. Ello con objeto de obtener ayuda y recuperar la cantarilla.
  Claro, los soldados carlistas que le observaban, lo que estaban viendo era la burra dando volteretas el barranco abajo; pero como el curilla decía ¡¡Ahí va la hostia!! creyeron que lo tomaba a guasa. Por ello todos empezaron a decir, de forma jocosa, ¡¡AHÍ VA LA HOSTIA!!
  Esta expresión como vemos, se refiere a la Sagrada Forma, que los cristianos utilizan para la comunión, pero que no entraña ningún tipo de ultraje ni irreverencia hacia el aspecto religioso que se le puede atribuir. Es muy utilizada cuando nos relatan dichos o hechos que pueden causar extrañeza o hilaridad, y tiene su mayor arraigo desde toda la Cornisa Cantábrica y Pirineos hasta el Sistema Central; a partir del cual va perdiendo uso hasta finalizar en los litorales marítimos de Andalucía, donde casi no se utiliza.
-b) ¡¡TOMA OSTIA!!
  Parece ser que está expresión tiene su origen en la segunda mitad del siglo XIII, a partir de las acciones de la Corona de Aragón. El rey Pedro III “El Grande”, para defender y extender sus posesiones en Italia, Grecia, y el Peloponeso, debe utilizar a los almogávares. Un fraile templario, vamos un caballero templario, al que la orden había expulsado acusándole de quedarse con algún oro, se ofreció al rey: ¡mira, estoy en el paro, a ver si tienes algún trabajo!. El rey le dijo simplemente: ¡hazte cargo de los almogávares!. Y trato hecho, le nombró Comandante en Jefe de la expedición. Se llamaba Roger Blum, luego llamado Roger de Flor. Era catalán de adopción. El rey le dijo: ¡mira, yo no tengo dinero, por eso lo que saquéis será para vosotros, a mi me basta que defendáis mis propiedades!; eso sí, pongo a tu disposición mi flota para llevaros y traeros! El almirante de la flota era otro Roger: Roger de Lauria. Era valenciano.
  Y partieron para el sur de Italia. Al llegar un principillo de aquellos lares vino a visitarles: ¡hombre, a ver si podéis ayudarme contra un príncipe vecino que me trae por la calle de la amargura! ¡Pues sí, podemos, pero vale tanto!, le dijeron. ¡No hay problema, pagaré lo que pidáis!, respondió.
  Los almogávares sentaron las costuras al principillo vecino y fueron a cobrar: ¡Que venimos a que nos pagues!. ¡Anda ya, yo no pago nada!, respondió.
  Al pobre principillo no sólo le sentaron las costuras, sino que además se las plancharon. Finalizado el trabajo, los capitanes se fueron a ver a Roger de Flor: ¡TOMA OSTIA! ¡TOMA OSTIA!, le dijeron. Y no le decían ninguna palabra malsonante, ni grosería. Sencillamente le pedían que tomara la ciudad de Ostia. Para aquellos lectores que no lo sepan, la ciudad de Ostia es el puerto natural de Roma. En tiempos del Imperia Romano era algo así como la Costa del Sol, o la Costa Azul. Tal era su esplendor. En los tiempos a que referimos pudo haber perdido algo de su grandeza, pero aún causaba mucha admiración.
  Los almogávares tomaron Ostia, y después de ocuparla, decían: ¡¡VAYA OSTIA!!, ¡¡VAYA OSTIA!!, al ver cómo la habían dejado.
  Es decir, cuando se utilice la expresión ¡¡qué ostia se ha metido!!, o ¡¡vaya ostia que le han dado!!, nos estamos refiriendo a hechos violentos, por similitud con la citada acción de armas. Y por tanto no utilizamos ninguna expresión chabacana o grosera, ni mucho menos irreverente o de ofensa contra la religión.
  He expuesto el sentido morfológico de las palabras que forman las frases analizadas. Pero está claro que en cada contexto social cada persona aplicará la frase que crea conveniente. De cualquier manera, será difícil decir lo apropiado en cada caso. Y que además nos entiendan.

Ramón Lorente De la Luna

sábado, 7 de septiembre de 2013

CANDELEDA: FIESTAS DE CHILLA 2013



      8 DE SETIEMBRE DE 2013: 2º DOMINGO DE SETIEMBRE
DÍA DEL NACIMIENTO DE LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS
      EXCEPCIONAL DÍA DE LA EXCELSA PATRONA DE CHILLA

  El 8 de setiembre se dará una de las pocas coincidencias en que la Fiesta de la Bella Patrona de Gredos coincide con la Festividad del nacimiento de la Virgen María.
  La festividad de Chilla, por especial concesión o acuerdo de los moradores de Candeleda, se viene celebrando desde fecha no bien conocida, siempre en el segundo domingo del mes de setiembre, caiga el día que caiga.
  Este día candeledanos y forasteros allegados para tan gran ocasión subirán a Chilla. Y desde todas partes del globo terráqueo, todos los ausentes, candeledanos y no candeledanos, devotos y no devotos, se acordarán del majestuoso paisaje de Chilla, y rezarán a la Excelsa Patrona de Gredos para que pronto les permita acercarse a su bonito santuario, y postrarse ante su bella imagen.
  También se acordarán de las bellas rondeñas, cante que tiene por cuna a Candeleda:

Dentro de su camarín,
tiene la Virgen de Chilla
dentro de su camarín,
dos águilas imperiales
que se parecen a ti.

La que más altares tiene,
la Virgen de Chilla es,
la que más altares tiene,
no hay ningún candeledano,
que en el pecho no la lleve.

Viva Candeleda, viva,
vivan los candeledanos,
viva la Virgen de Chilla,
vivan los que aquí cantamos,
¡viva Candeleda, viva!

  Y terminarán con la sentida estrofa del himno a la Virgen de Chilla:

Pues que tantas maravillas
obráis Celestial Señora,
Augusta Reina de Chilla
sednos Madre y Protectora.

  Después de bajar de Chilla candeledanos y no candeledanos, darán rienda suelta a su ancestral alegría. Bares, tabernas, mesones, restaurante, etc., se llenarán de gentes. Por la noche grandes bailes en la plaza del Castillo. Luego, lunes y martes, cantes, bailes corridas de toro, etc. Y eso sí: el famoso “toro de fuego” no faltará, repetido por tres veces.
  Recuerdo a mis queridos lectores y seguidores de este Blog, que todas estas bonitas historias son recogidas ampliamente en la obra:
“Candeleda en la encrucijada de los tiempos”, tomos 1 y 2.

Ramón Lorente De la Luna