lunes, 25 de noviembre de 2013

EL LABRADOR, SU HIJO Y EL ASNO



EL LABRADOR, SU HIJO Y EL ASNO
(FÁBULA)
  Lope de Vega nos cuenta en una de sus fábulas, que cierto día iba un labrador con su hijo a una feria de ganado para vender un burro. Padre e hijo iban a pie. En esto se encontraron con un señor que les dijo:
-Mira que sois tontos, vais los dos andando y el burro descansado. ¡Valiente tontería!
  Entonces, un poco más adelante, se subió el padre en el burro y el hijo siguió a pie cogiendo al burro del ramal. Al poco se encontraron con otro hombre que dirigiéndose al padre le dijo:
-Pero hombre, no le da vergüenza llevar al niño andando, tan pequeño y usted montado en el burro.
  Así que el padre se bajó y subió al niño sobre el asno. Anduvieron otro trecho del camino y se encontraron con un campesino que labraba sus tierras. Al pasar por su lado éste les dijo:
-Valiente poca consideración tienes con tu padre, niño. Tú que todavía tienes las piernas listas para andar, consientes que tu pobre padre vaya a pie, mientras tú vas atasajado en el borrico. ¡Vaya con los niños de hoy en día!
  Hicieron una parada para comer algo y al poco tiempo subieron padre e hijo sobre el burro. No habían andado más de unos pocos metros, cuando un viejo que estaba sentado a la puerta de su casa les increpó diciendo:
-Así es como acabamos pronto con los animales, echándoles más peso encima del que pueden transportar ¡Qué par de gandules! ¡Si yo fuera el burro, os ibais a enterar!
  Un poco confundidos, padre e hijo decidieron echarse el borrico a cuestas y cargar con él hasta la feria, ya cercana. En cuanto los vieron entrar, los que estaban allí, se echaron a reír y se burlaban diciendo:
-¡Cómo será el burro de viejo que lo tienen que traer a cuestas. Como para comprarlo!
MORALEJA: Es aconsejable hacer lo que uno crea oportuno en cada momento, pues hacerse caso de lo que digan los demás, es acabar sin saber realmente lo que uno tenía que hacer.
  Ahora bien, existe una segunda moraleja que no se escribió. Es el caso de lo que les puede ocurrir a los dirigentes de ciertos partidos políticos, que al entrar como el burro en la feria a hombros, la gente puede pensar como el gitano:
¡Quién te conozca que te compre, que unas veces eres burro, y otras hombre!

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