lunes, 7 de noviembre de 2011

OJALATEROS

  Pues no, queridos lectores, no es una falta de ortografía al escribir el título. Es cierto que también existe una palabra, “hojalateros”, que se escribe con h. Pero en este caso me estoy refiriendo al deseo vehemente que puede expresar una persona, o grupo de personas, para que suceda tal o cual cosa: al “ojalá”.
  El ojalá tiene un origen religioso, equivale al “Oh Dios”, “Oh Alá”. De esta última expresión arranca su pronunciación al hacerse aspirada la h de Oh: ohalá (ojalá).
  Y es que en los tiempos que corre, a muchas personas les pasa como a los malos estudiantes y a los malos trabajadores: ojalá que apruebe tal asignatura; ojalá que este trabajo me salga bien. Hasta en la política aparecen los “ojalás”: ojalá no se me acabe el chollo. Como si la vida real estuviese llena de ojalás, que se pudieran cosechar con sólo invocarlas.
  Y si ello es difícil en las situaciones normales del devenir diario, más difícil lo es en situaciones extremas que de vez en cuando se producen en la vida de las distintas naciones.
  Pero entremos en lo que se quiere decir con los OJALÁS. Pongamos dos ejemplos:
OJALÁ QUE LLUEVA CAFÉ EN EL CAMPO.- Que dice una bella canción, pero que a pesar de su vivo deseo nunca lloverá café en el campo. En España al menos no lloverá café en sus suelos, y pienso que por desgracia, lo poco que llegue para poder saborearlo, será cada vez más caro y escaso.
SON USTEDES UNOS OJALATEROS.- Cuentan que durante la triste y trágica guerra civil de 1836, conocida como 1ª Guerra Carlista, el bravo oficial de caballería carlista D. Carlos O´Donnell, luego fusilado por los isabelinos, al regresar de una acción de armas recibió la crítica de los que vivían muy a gusto en la retaguardia en puestos de nulo peligro: ¡ojalá hubiese Vd. atacado por tal sitio!, ¡ojalá hubiese Vd. atacado por tal otro!, ¡ojalá…! El buen oficial, harto de tanto ojalá, respondió:
  ¡“SIEMPRE ESTÁN USTEDES CON OJALÁS, SON USTEDES UNOS OJALATEROS”!
  Aunque lo asombroso es que la frase, poco conocida, fue pronunciada por un carlista harto de los que no daban ni palo al agua, que se dice vulgarmente. Curioso, ¿no?
  De esta afortunada frase, la Real Academia de la Lengua Española recogió estas acertadas definiciones:
OJALÁ: Interjección con que se denota vivo deseo de que suceda una cosa.
OJALATERO: Se aplica al que en las contiendas civiles, se limita a desear el triunfo de su partido.
  Mismamente.
Ramón Lorente De la Luna

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