DEL REY ABAJO…
Venimos estrujando en estos últimos días del año 2011 el consabido tema de los cambalaches. Bueno, en algunos casos alcanzan el grado de cambalachones: que si los gurtelonazos, que si los urdangarinazos, que si los campeonazos, etc., etc.
Hasta S.M. el Rey, que Dios guarde, ha tenido que saltar a la palestra para decir que si esto, que si aquello. Que la justicia es igual para todos y se acabó.
Y ya se sabe: “Del Rey para abajo, todo bocabajo”
Pero hete aquí que del Rey abajo, quedan muchos cambalaches y cambalachones aún por descifrar.
Hace pocos días un ministro del Gobierno de España dijo más o menos. “El Gobierno apoyará la subvención a la Cultura, no a la Cultura de la Subvención”.
A mi ello me sonó bastante. Aunque lo de la “cultura” no lo entendí, o sí. Veamos:
La Cultura es una faceta de la personalidad humana por la cual los individuos, mediante esfuerzo, estudio y trabajo, adquieren un nivel relevante del conocimiento humano. Pues parece ser que no es eso. Basta con decir “Yo soy del mundo de la Cultura”, y hala, ya está.
Pues no. Y entro aquí en la problemática de los medios que se han autoasignado esos mundos que dicen pertenecer a la “cultura”, a su “cultura”.
Tal es el caso de canales de televisión y radio. Y en esto vamos a ser consecuentes:
Si un medio de los citados está considerado como una “empresa privada”, es decir, cualquier tipo de las S.A, S.L, etc., no hay nada que objetar. Cada uno es libre de velar por sacar sus castañas del fuego lo mejor posible y sin quemarse los dedos.
Pero cuando se trata de los llamados “entes públicos”, es decir, que son de todos, la cosa cambia. Pues la gran paradoja es que siendo de todos, resulta que sólo son de unos pocos.
Es como el dinero público: “no es de nadie”, y claro, “se lo llevó alguien”.
Pues en las radios y televisiones públicas ocurren “cosas tan serias”, que bien pueden ser catalogadas como cambalachones.
Cito como ejemplo a la televisión pública, o mejor dicho, a las televisiones públicas. Hace años se suprimió la “publicidad” en las mismas, porque “dichas televisiones las pagamos entre todos”. Es decir, son de todos.
Pues no. Estas televisiones sirven para la promoción de películas, discos musicales, actividades de cineastas y gentes del mundo del espectáculo, etc. Y así tenemos que tragarnos, sin rechistar, los folletines de este mundo de la “cultura”, de su “cultura”, y además cara y bien pagada.
Por ello, y acorde con los nuevos tiempos, las televisiones públicas deben ser de todos: de los investigadores y científicos que nos acercan los logros más punteros en beneficio de toda la sociedad, de los logros y actividades de ingenieros, abogados, médicos, fontaneros, albañiles, maestros de obras, electricistas, empresas de automoción, empresas de electricidad, empresas de telefonía, empresas de construcción naval y aeronáutica, amas de casas, enfermeras, empleadas de hogar, y un largo etc., que forman todas las personas que a través de estos medios pueden contarnos, en una estructura bien medida, lo que reportan de verdad a la sociedad. Y también, claro está, el mundo del espectáculo, cuando realmente se trate de eso, de su actividad profesional.
Pues la actuación e información sobre determinadas personas de un mundo absurdo y que lo único que enseñan es lo bien que se lo pasan a costa del resto de los españolitos que eso, sólo pagan, debe quedar para otras televisiones, que pagan libremente por estas informaciones y actuaciones.
Claro que debemos entender que no están “subvencionadas”, porque si así fuera de nada sirve todo lo dicho.
A mi también me gustaría, como ha hecho la Casa Real, que por ejemplo, en la Televisión Estatal se diga cuánto nos cuesta a los españoles de a pié, este y aquel programa. Programas donde determinadas familias, llevan ocupando estos espacios televisivos durante años.
..¿Cuánto ha costado la serie “Cuéntame como pasó! Pues eso que lo cuenten, porque lo que ellos han contado ha sido lo que les ha parecido bien.
¿Cuánto ha costado la serie “Un país para comérselo”, pues que lo cuenten, porque realmente la única verdad es que se lo han comido.
Y así podríamos seguir. Pues solo una cosa más: “Del Rey abajo, todos bocabajo”. Que lo cuenten también.