lunes, 25 de mayo de 2015

LA ADMINISTRACIÓN DE FINCAS



LA ADMINISTRACIÓN DE FINCAS URBANAS: UN POCO DE HISTORIA

Colaboran en este artículo:
José Duarte Mayo: exadministrador de fincas
Ramón Lorente De la Luna: exadministrador de fincas

  La administración de fincas ha existido desde que el hombre es hombre, o sea, desde siempre.
  Ya el derecho romano, en el que se apoya el derecho español, estipulaba la administración de las fincas rústicas y pecuarias, y urbanas, como un hecho “status civitatis”. Es claro, los “pudientes romanos” ya dejaban sus bienes en manos de personas cualificadas que velaban por la correcta administración de los mismos.
  Surge así una tradición más o menos continuada, en las distintas épocas de todas las sociedades y pueblos del mundo. Concretamente la administración de fincas pecuarias era muy corriente en Extremadura, una Comunidad agrícola y ganadera por excelencia, si bien de forma irregular la mayor parte de las veces.
  La “administración” en España es, igualmente, secular. Pero veamos un poco de la historia. “reciente” de la administración de fincas urbanas. Empezaremos por el “casero”.
  El ”casero” era, allá por comienzos del siglo XX, aquella persona que se encargaba, mediante un estipendio, de la administración y conservación de los inmuebles.
  La administración de fincas fue cambiando de concepto y de funciones, a medida que se desarrolla el complejo mundo urbanístico.
  Pero de siempre la condición de “casero”, luego “administrador de fincas”, requería unos requisitos. Por ejemplo:
  Percibir Honorarios. La contratación de un Administrador Colegiado por parte de una Comunidad de Propietarios, siempre estuvo “orientada” por “baremos” que “recomendaba” bien el Colegio Nacional, bien los respectivos Colegios Regionales o Autonómicos.
  Así, en 1973 el Colegio Nacional Sindical de Administradores de Fincas establece el “Baremo de honorarios para fincas urbanas”, que contenía una amplia baremación de todos los supuestos que en aquellos años se daban en la administración de fincas urbanas.
  En 1987, el Boletín Oficial nº 20, de la Comunidad de Madrid, establecía el Baremo de Honorarios Mínimos para los Administradores de Fincas del Colegio Territorial de Administradores de Fincas de Madrid, Ávila, Guadalajara y Segovia, que recogía los supuestos que se podían dar en las distintas Comunidades de Propietarios.
  Estar debidamente “colegiado”.
  Sentencias. En 1994 el Tribunal Constitucional, en su sentencia 13/3/94 (TC SALA 1), establecía que:
  “Administrar Comunidades de forma profesional, es decir, de forma retribuida, sin estar inscrito en el correspondiente Colegio Profesional constituye un delito de acuerdo con el artículo 321 del Código Penal.
  Basado en la dispuesto en el decreto 6793/1968 se exige de forma específica la colegiación, para ejercer legalmente la profesión de Administrador de Fincas.
  En consecuencia, su incumplimiento tiene reflejo sancionador en el artículo 572 del Código Penal”.
  Los “colegios de “Administradores de Fincas” realizaban diversas actividades de tutela y formación de sus colegiados:
-Actos sociales. Por lo general, ha existido desde siempre una gran unidad y compañerismo en los distintos Colegios Oficiales. Así las Asambleas provinciales y nacionales, congregaban a casi todos los profesionales de este sector. Cito a título de ejemplo, la que se celebró el miércoles 17 de junio de 1970 en Badajoz:
II ASAMBLEA REGIONAL DE LA DELEGACIÓN DEL COLEGIO NACONAL SINDICAL
DE ADMINISTARDORES DE FINCAS EN BADAJOZ
  Pero meterse en este complejo y a la vez, atractivo mundo, requiere unos requisitos singulares:
1-Tener aplomo suficiente para salir airoso de las reuniones de propietarios.
2-Conocer las leyes vigentes.
3-Por último, para ejercer, tener la titulación necesaria.
  El primer aspecto es cuestión de dominio de sí mismo.
  El segundo es más fácil: desde siempre la propiedad y actividad de las fincas urbanas estuvo bastante regulada en España:
-Código Civil
-Ley de Propiedad Horizontal (en sus sucesivas ediciones y modificaciones)
  El tercero es disponer de la condición necesaria para ejercer la profesión, tanto personal como profesional. Se accede a la misma a través de las distintas titulaciones académicas que habilitan para ello.
  Bueno, esto es lo poco que podemos decir de la administración de fincas en este escueto artículo, pues es un sector profesional mucho más amplio y complicado.

martes, 5 de mayo de 2015

ASESINAR EN ESPAÑA



ASESINAR EN ESPAÑA ES FÁCIL. Y ADEMÁS, GRATIS

  Día tras día vemos como son asesinadas mujeres por los bravucones. Pero lo más triste es que también vemos como son asesinados niños, sin que nadie ponga límite a tanta barbarie.
  Nos hemos acostumbrados a organizar una “manifestación”, y, después del minuto que dura, cada cual a lo suyo.
  Diariamente sacamos miles de náufragos, que dicen inmigrantes, del agua. Incluidos, claro está, sus niños. Somos capaces de enviar un montón de nuestras fuerzas armadas a lugares distantes y distintos del mundo. Incluso a buscar supervivientes tras un terrible terremoto. Pero no somos capaces de evitar que maten a nuestros niños. ¡¡Son nuestros niños!! Y resulta más deleznable cuando esos niños acuden en solicitud de ayuda fuera del ¿domicilio? donde viven, y nadie se lo presta. Nos da vergüenza proteger a un niño.
  Tales asesinatos deberían poner la carne de gallina ¿cobarde? a los mandamases de esta sociedad. Digo mandamases, por que la sociedad está enferma. Una sociedad que consiente impasible el asesinato de sus niños, no merece ser llamada sociedad.
  Tenemos unas leyes fabulosas, que nos hemos dado nosotros mismos, para amparar a todo delincuente, sea de la categoría que sea; pero los seres más inocentes no están amparados por ninguna ley. Todos los delincuentes encarcelados tienen derecho a salir de la cárcel a la primera de cambio, para seguir delinquiendo, asesinando y matando. De eso se ocupan celosamente jueces y políticos, sin que en ningún caso adquieran una mínima responsabilidad.
  Vemos, incluso, como mujeres maltratadas, y niños sin protección alguna, deben abandonar su propio hogar, para que el delincuente siga viviendo y ufanarse de ello.
  ¿Quién va a poner remedio de una vez a este terrible atropello de la dignidad del niño? ¿Quién va a exigir responsabilidades a aquellas autoridades, del signo que sean, que consienten, cuando no alientan, tan dramáticos hechos?
  A mi entender es la SOCIEDAD la primera culpable por consentirlo. Si los políticos se ponen y se quitan, pues a todos los demás también.
 ¡¡Nadie debe tener un privilegio a costa de la SOCIEDAD, que no se merezca, y que no se gane!!

viernes, 1 de mayo de 2015

CASA DE CANDELEDA


Retazos de la historia de Candeleda:

“LA CASA CANDELEDANA”


Ramón Lorente De la Luna


Transcurrían los últimos años de la década de los 1950. Concretamente era el año 1959. Un grupo de candeledanos, mujeres y hombres, residentes en Madrid, añoraban su tierra. Veamos por qué.


-En aquellos años se cumplía un dicho muy común y del que ya, gracias a Dios, nos hemos olvidado: “Después de tres años de guerra, cuatro de posguerra y cinco de bloqueo internacional, etc., etc.”, pues eso, que la situación española era más bien triste y menesterosa. Pero claro, los españoles no nos arredramos por cualquier cosa. Y los candeledanos, menos aún.

-Por tanto, la situación era de pura necesidad: había que apañarse con unas alpargatas por calzado, con una camisa para toda la semana, con unos pantalones para todo el año. Comer, lo que se dice comer, pues más bien poco…porque las cosas como son: no lo había.

-¿Viajar? Eso era algo en lo que no se podía pensar, salvo para ir a Barcelona, Madrid, Francia, Alemania, etc., a trabajar. Y los candeledanos fueron a todos esos sitios, y a otros muchos más que me callo.

  Y como era lógico, pues en todos esos sitios surgía la “morriña“, que dicen los gallegos. Y cada cual pues lo solucionaba a su manera. Así fueron surgiendo las “casas de España”, “las “casas regionales”, y las menos pudientes, pero más jaraneras “casas y agrupaciones locales”. Tal fue el caso de la entonces famosa “Casa de Candeleda”.

  La Casa de Candeleda empieza a gestarse hacia 1956, pero es en 1960 cuando toma forma. Su primer Presidente fue D. Dionisio Barderas Jara, siendo Secretario D. Ramón Lorente De la Luna. El cargo de Presidente recaía en la persona más capacitada, al buen entender de los demás componentes, y que más se había significado en la consecución del objetivo de fundar la Casa. El cargo de Secretario era más fácil: se elegía al más joven, y ya está.

  Así nació la Casa Candeledana, con sus Estatutos legalmente escriturados y registrados en el Gobierno Civil de Madrid, de aquel año.

  Y ¡hala!, a funcionar. La verdad que no mucho, porque la cuota que se pagaba era muy poca: no había para más.

  El Presidente, nuestro buen amigo Dionisio, trabajaba en Correos, en el “Palacio de Comunicaciones”, hoy Ayuntamiento de Madrid. Era fácil cambiar impresiones con él,  pues se podía hacer un hueco en el trabajo para tomar un café, ¡ojo, sólo café!, en la pequeña cafetería de que disponía dicho edificio en sus dependencias traseras. El Secretario se acercaba por allí en los ratos libres, y porque más bien era el paso obligado desde su domicilio, plaza de Manuel Becerra, hasta el edificio de Telefónica de Gran Vía, donde trabajaba.

  Para los ratos de asueto colectivo, se habían designado algunos establecimientos de Bar-Cafetería, donde se podía pasar los ratos por la tarde, y los sábados-domingos que uno no trabajaba. En aquellas fechas, los sábados eran laborables. El turno era de ocho horas/día, por lo que el periodo laboral semanal era de 48 horas. Por ejemplo, en Telefónica, los turnos eran de 8 horas: de 6 a 14h, de 14 a 22h, y de 22 a 6h; aunque estos eran continuos, pues también había bastantes turnos partidos, de igual duración. Así ocurría que con el primer turno de la mañana a esas horas el “metro” no había abierto (se abría a las 7h), y era necesario coger el exprés de “san Fernando” y, piano, piano, cada cual a su trabajo. Eso sí, con su bocadillo bajo el brazo, envuelto en papel de “estraza” (el plástico no existía).

  Y a estas largas jornadas laborales, claro está, era necesario añadir el “pluriempleo”, pues había que buscarse algún trabajo más, si se encontraba, para poder llegar a fin de mes.

  Y entre las distintas actividades que la Casa organizaba, una era realmente deseada y querida: cuando había algún dinero, y ocasión festiva, caso de los célebres “puentes”, es decir, dos días festivos juntos (que eran muy pocos), se organizaba una excursión al pueblo, o sea, a Candeleda. Claro que no todos podían ir, pues en aquellos años las guardias y turnos en domingos y festivos eran obligatorios en las empresas tanto de carácter público como privado. Y esto afectaba a muchos trabajadores candeledanos.

  Pero el autobús se llenaba a tope, aunque algunos tuvieran que ir sentados en el suelo. En aquellos años la vigilancia en carretera era un poco más flexible que ahora.

  El autobús solía ser bueno, vamos de lo mejorcito que disponían las empresas de entonces. Aunque podemos imaginarnos como serían comparados con los de ahora: sin aire acondicionado, sin cortinillas en las ventanas, y sin…pero andaban. ¿Y las carreteras? Pues la de Extremadura era de adoquines, aquel célebre empedrado que causaba más ruido y movimientos que cualquier “cha cha chá”. La de Oropesa-Candeleda era de tierra, y en muy mal estado. Tanto que en una ocasión se buscó la alternativa de coger la desviación de Talavera-Ávila y seguir por Parrillas-Navalcán: pues también de tierra, con el agravante de que al llegar a Navalcán, el autobús se vio negro para pasar por sus estrechas calles.

  Pero se llegaba a Candeleda. Y ya allí se olvidaban todas las penurias.

  El alboroto en el pueblo era digno de ver: ¡han venido los de la Casa! Claro que siempre se acarreaban personas que no conocían el pueblo, y que eran la “voz populi” para pregonar las bellezas de nuestro pueblo. Vamos, que se empezaba a promocionar el turismo.

  Pero la llegada del autobús congregaba a padres, abuelos, tíos, etc., todos deseosos de ver a sus hijos y nietos, a sus sobrinos,....y a sus amigos de siempre.

  Después de los saludos cada cual se buscaba acomodo como podía. Y después a recorrer el pueblo: ¿cuándo volverían otra vez?

  Entonces Candeleda aún no había salido de su tradicional recinto urbanístico: el Casco Antiguo, Plaza Mayor, el Castillo, Corredera, Pozo, la circunvalación de las carreteras Candeleda-Oropesa y Candeleda-Arenas, y poco más. Se visitaban los establecimientos clásicos: los salones baile de “Tío Roñoso”, y de “Tío Dionisio el Cojo”, las tabernas “Chocolatero”, “Tropezón”, “El Colmao”, “Bar Nacional”, “Rebollo”, “Piloto”, “Serafín”, “Topo”, “Perdigón”, “Lagartín”, y un largo etc., donde se daba rienda suelta a los saludos a todos los conocidos y se intercambiaban noticias sobre la situación en el pueblo y en los madriles.

  Pero esta actividad, con ser muy deseada, no era la principal. La idea de la Casa, por la que nace, era la de servir de soporte y ayuda a todo candeledano o candeledana que llegaba a Madrid en busca de trabajo o, simplemente, por razones médicas u otra gestión que realizar. Se le asesoraba, se le buscaba alojamiento, o se le acompañaba, si era preciso, en tal o cual gestión que preciaba.

  Hoy día, ya lejanas aquellas fechas, quiero rendir desde aquí un sentido homenaje a todas las personas que en aquellos casi olvidados años, fueron capaces de crear y organizar una modesta asociación de ayuda solidaria entre los candeledanos. Muchas de aquellas personas nos han abandonado. Otras, ya en su cuarta o quinta juventud, aún recuerdan con emoción aquellos difíciles pero dichosos años.

  Vaya desde aquí mi recuerdo para todas ellas.