jueves, 30 de octubre de 2014

GARROTAZO Y TENTE TIESO



GARROTAZO Y TENTE TIESO

  Anda el país, la nación, el estado, el reino, o lo que se llame, que echa humo, y además de pipa. Es decir, que estamos hartos no de chorizos, jamones, salchichones, etc. no. Estamos hartos de ladrones y sinvergüenzas.
  De nada sirve que los mandamases salgan rasgándose las vestiduras:
¡¡Ay, que yo no lo sabía!!
  Entonces, ¿Quién tenía que saberlo?
  Pero vayamos por partes.
  España es así, del coló de la tierra, como decimos por aquí. Y siempre ha sido, es, y será así.
  O sea, siempre habrá delincuentes, ladrones, pillos, birleros, truhanes, etc. Eso sí, todos de más o menos guantes blancos, y de más o menos porte, pero sin recato ninguno para llevarse lo de los españoles.
  Se acuerdan de la famosa frase: “El dinero público no es de nadie”. Pues no pasó nada. Bueno si pasó, lo estamos viendo ahora. Pero la autora de la frase goza de buena salud.
  Pues yo les recomiendo que además, lean novelas de la talla de “El Burlador de Sevilla”, “El Buscón”, “Rinconete y Cortadillo”, etc., y verán que sus autores sabían bien de qué escribían.
  Ya dicho esto, es necesario preguntarnos: pero, ¿es que todos son iguales? O como decía el bíblico Lot: Señor, ¿y si hay un solo honrado perdonarás a tu pueblo?
  Pues yo asevero que en la política como en todos los sitios hay gente muy honrada y trabajadora. Son miles de personas las que diariamente laboran en sus respectivos Ministerios, Diputaciones, Alcaldías, Empresas Públicas y Privadas, por el bienestar de los conciudadanos. Como ocurre en la mayor parte de cualquier empresa o empresita.
  Pero, ¡ay!, el pero de siempre. En todas partes cuecen habas. El en clero, en el deporte, en la política, en el periodismo, en los artistas, en los simples trabajadores, etc., siempre habrá una pequeña parte que sean todo, menos los profesionales que debieran ser. Y siempre habrá tal o cual medio de difusión social, léase Tv, Radio o Prensa, que además los encumbren como a héroes.
  Y eso es inevitable a través de la historia. Y siempre lo será.
  Y el sistema más vulnerable contra todo tipo de atropello es, precisamente, el sistema democrático; y más, cuando el sistema democrático carece de medios coercitivos suficientemente fuertes para salvaguardar, precisamente, sus bondades.
  En España, como en todo el mundo, los fallos se hacen clamorosos en función que cual o qué sector es el que se dedica al ladronicio. Pero todos los sectores son igualmente culpables. Y no solo es el ladronicio: nos olvidamos de los pobres niños vejados, humillados, escarnecidos, cuyos culpables son condenados a más o menos una palmada en la espalda y “que sea Vd. bueno”.
  Nos fijamos en las célebres preferentes y tarjetas opacas, y olvidamos, por ejemplo, a los fondos reservados de las grandes multinacionales, sus célebres “gastos justificados”, hasta que algún día aparezca algo sospechoso. Entonces se formará otra vez el guirigay.
  Pero todo esto sólo tiene una solución: tener un excelente y bien pagado cuerpo de vigilancia y coerción. Es decir, un poder dotado de una “garrota” bien equilibrada y dimensionada para, en el caso que sea preciso, soltar un buen “garrotazo” al que lo merezca. Pero un garrotazo limpio, sin añadiduras y sin rebajas. De nada sirve condenar a una determinada persona a 2500 años de cárcel, por ejemplo, cuando todos sabemos que a los 12 ó 15 años estará en libertad. Y ello, claro, al no disponer ya del célebre “garrote vil”, que antaño se aplicaba, con mayor o menor eficacia y contundencia. Pero que guardaba la viña.
  Por ello, cuando esos mismos medios de vigilancia y coerción, llámese Ley, Policía, Inspectores, etc., también fallan, el abismo se abre ante todos nosotros. Y los remedios siempre serán mucho peores que los males.
  Y es aún peor, cuando las fuerzas, llámese Partidos Políticos del signo que sean, se tienen tanta inquina, que son incapaces de aunar esfuerzos para dotar al estado, es decir, a la ciudadanía, de unas leyes y unos castigos, concisos, concretos y ejemplares.
  Desgraciadamente, también la historia nos enseña que eso siempre ha sido así. Y siempre será.

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